Mi jardín está a pleno, floreciendo por todos lados, la lavanda está
enorme... pero temo podarla...
Hace unos años tenía una a la que le corté un par de ramitas para que no se
apoderara de todo el jardín (minúsculo jardín de 2 x 1) y en respuesta a mi
acto de represión a su personalidad expansiva... ¡se secó!
Tuve que plantar una nueva, pequeñita, como para que me diera un par de
años de respiro... pero ya está enorme...
Amo las plantas... su energía... He visto cantidades de árboles dañados,
quemados, hachados, destruidos hasta quedar reducidos, apenas, a una
corteza hueca... y al llegar esta época del año brotar por algún rincón...
empecinados... llenos de savia nueva y lista para continuar... como si, en
algún recóndito lugar de sus despojos, la vida se acurrucara esperando el
momento oportuno para volver a crecer...
a brindarse...
a exponerse...
Mi jardín está a pleno, floreciendo por todos lados y en las veredas del
barrio los tilos, ahora a fines de noviembre, comienzan a abrir sus flores y
un aroma agradable y peculiar invade el aire...
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