" Cuando volví en mí, Mozart estaba de
nuevo a mi lado.
Hablamos un momento y me dijo: Usted , querido y
estúpido amigo,
ha de hacerse cargo del humorismo de la vida,
del humor patibulario de esta vida y al mismo
tiempo que me ofrecía
un cigarrillo, mágicamente sacado de su
bolsillo, había dejado
de ser Mozart y era mi amigo Pablo. Grité:
¿Pablo, dónde estamos?
Estamos – sonrió - en mi teatro mágico, pero te
confesaré que me has
decepcionado, has quebrado el humor de mi
pequeño teatro y
has cometido una felonía, has andado pinchando
con puñales y
has ensuciado nuestro bonito mundo alegórico con
manchas
de realidad. Lo que hiciste fue por celos y a
esta figura no la supiste
manejar, creí que habías aprendido mejor el
juego. En fin,
podrá corregirse. Tomó a Armanda, la cual, entre
sus dedos,
se convirtió en una figurita del juego y la
guardó en el bolsillo.
Comprendí todo, a Pablo y a Mozart; estaban en
mi bolsillo
las cien mil figuras del juego de la vida. Tenía
el deseo de empezar
otra vez el juego, de gustar sus tormentos otra
vez, de estremecerme
de nuevo y recorrer una y muchas veces más el
infierno de mi interior.
Alguna vez llegaría a saber jugar mejor el juego
de las figuras.
Alguna vez, yo también, aprendería a reír."
Hermann Hesse ( Alemán / 1877 – 1962 )