martes, 31 de marzo de 2015

Yporá , Delta de San Fernando



Reconozco esta hora .

Es esa que solía llegar enmascarada entre los pliegues de otras horas ;

la que de pronto comenzaba a surgir como un oscuro arcángel detrás de la neblina

haciendo retroceder mis bosques encantados , 

mis rituales de amor , mi fiesta en la indolencia ,

con sólo trazar un signo en el silencio ,

con sólo cortar el aire con su mano .

Esa , la de mirada como un vuelo de cuervo y pasos fantasmales ,

que venía de lejos con su manto de viaje y las mejillas escarchadas , 

y se iba bajando la cabeza , de nuevo hasta tan lejos

que yo buscaba en vano la huella del carruaje en el pasado .

Hora desencarnada ,

color de amnesia como dibujada en el vacío del azogue ,

igual que una traslúcida figura enviada desde un retablo del olvido .

¿Y era su propio heraldo ,

el fondo que se asoma hasta la superficie de la copa ,

la anunciación de dar a luz las sombras?

No supe descifrar su profecía ,

ese susurro de aguas estancadas que destilan a veces los crepúsculos ,

ni logré comprender el torbellino de plumas grises con que me aspiraba

desde un claro de ayer hasta un vago anfiteatro iluminado por lluvias y por lunas ,

allá, entre los ventisqueros del irreconocible porvenir ;

aquí , donde ahora se instala, maciza como el demonio del advenimiento ,

en su sitial de honor en medio de la asamblea de otras horas , pálidas, transparentes ,

y me dice que mis bosques son luces extinguidas y aves embalsamadas ,

que mi amor era erróneo , como un espejo que se contempla en otro espejo ,

que mi fiesta es un cielo replegado en el sudario de mis muertos .

Y se queda esta vez , sin bajar la cabeza .





Olga Orozco ( Argentina / 1920 - 1999 )








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